La directora argentina Ana Katz, nacida en Buenos Aires en 1975, cree que la mujer provee de lenguajes que no aparecían en determinados espacios cinematográficos con el peso que merecen. Como un enfoque en el que la diferencia de clase y generaciones tiene especial importancia en la vida de mujeres que trabajan para que el mundo no siga igual. Para Katz, si el cine viene de leyes patriarcales, hay que desarmarlo. Si un rodaje es rígido, el cine – y el suyo lo hace- debe retar los espacios de seguridad de lo establecido; de lo creativo y de lo productivo. En palabras de la cineasta: “la mujer no es la madre ni la hermana. No es la novia buena o la mala. Recorre todo registro”.
Katz ha elegido, en todo caso, una relación con la comedia y la familia. Su ópera prima, El juego de la silla, filmada en su casa en 2002 con una cámara prestada y bastante improvisación recogió un buen puñado de premios internacionales. Como sucedió con Mi amiga del parque (2017) reconocida con el premio del público al mejor guión en el Festival de Sundance. Son películas, las dos, que giran en torno al hijo. O en torno a la relación de la madre con el hijo y alrededores.
Katz es también la protagonista de la comedia romántica Kiki, de Paco León, Una novia errante, Los Marziano o Sueño Florianópolis.